Es increíble como Dios  exalta lo pequeño hasta lo sublime, lo hace poner tan alto que su nombre no desaparece aunque pasen siglos.  Como
 es el  caso de Abraham, el mismo David o Salomón con su
gran sabiduría. De igual manera, aquel que se cree grande puede verse
humillado hasta el suelo convertido en ceniza. Pues El, no comparte su
gloria con Nadie.
Si vemos al Rey David, que siendo conforme a su corazón, sufrió al
ver a su hijo morir, como consecuencia de su pecado. Podríamos
preguntarnos, si ellos siendo ejemplo para nosotros, caen ¿cómo
yo  permaneceré guardado en su corazón y no caeré en la trampa del
orgullo y del engaño, que pudiera hacerme Satanás? El, que anda siempre como detective, observando nuestro talón de Aquiles, para dar por el punto exacto, para hacernos caer a tal punto que nuestro esfuerzo de permanecer en Dios se haga una victoria para
él. Y bien sabe hacer su trabajo! pero Dios nos dio armas, nos dio su
palabra, la oración, el ayuno y lo más sublime que podemos hacer es
darle gloria, alabanza y honor a él. Entre otras cosas más.

Pero si nos entregamos por completo a Él, no
importando lugar o circunstancia, puesto que, no es lo que El hace por
nosotros lo importante, sino quien lo hace: El Dios todopoderoso.
Manteniendo una relación con El, por medio de la oración, y meditación
 de su palabra, podremos mantenernos en el punto exacto donde Dios nos quiere, no sobrevaluándonos a nosotros mismos, ni llegando a creer que somos menos de lo que valemos, pero si  a  llegar a ser exaltados por El donde somos victoriosos para su Gloria.

Yersinia Rincón